La depresión es un trastorno mental que afecta a más de 6,2% de los chilenos. En un contexto de pandemia, resulta imprescindible subrayar la importancia y urgencia de avanzar hacia el abordaje de esta enfermedad, tomando en cuenta la complejidad que detenta.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 13 de enero se conmemora el Día Mundial de la Lucha Contra la Depresión. La depresión e
s una enfermedad -en específico, un trastorno mental- que se caracteriza, entre otra sintomatología, por un bajo estado de ánimo y energía, desesperanza, baja autoestima, ansiedad, irritabilidad y por el desinterés en realizar actividades comúnmente consideradas como placenteras.
Según Gabriel Urzúa, Director de Psicología Advance de la Universidad San Sebastián, “resulta imprescindible subrayar la importancia y urgencia de avanzar hacia el abordaje de esta enfermedad tomando en cuenta la complejidad que detenta, para así construir estrategias que permitan detectar, prevenir y tratarla cuidadosamente y con intervenciones especializadas y de vanguardia”.
Para esto, asegura Urzúa, “necesitamos el compromiso de todas y todos; necesitamos discursos institucionales -estatales y no gubernamentales- que se traduzcan en prácticas capaces de responder a la compleja naturaleza de esta enfermedad, para así permear el imaginario cotidiano en pos de dejar atrás los prejuicios y estigmas que rodean a quienes la padecen, los que solo contribuyen a aumentar su cronicidad”.
Gravedad de la depresión
La depresión afecta a millones de personas en el mundo. En Chile, de acuerdo a la última Encuesta Nacional de Salud del Minsal (2018) un 6,2% de las personas la padece. Al mismo tiempo, recientes estudios evidencian que los problemas de salud mental -incluida la depresión- han aumentado significativamente en el contexto de pandemia, viéndose afectados principalmente mujeres y jóvenes. Cabe destacar que las licencias médicas por diagnósticos de trastorno mental han ido en aumento y que muchas de ellas son rechazadas.
Esta enfermedad afecta el normal funcionamiento de la persona en términos globales. A la base de esta enfermedad subyacen factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales.
Pese a la relevancia e impacto de esta enfermedad, habitualmente escuchamos y leemos frases que tienden a simplificar el complejo carácter de este trastorno, incluso estigmatizando a quienes la sufren, relacionando a la enfermedad con debilidad personal y falta de voluntad. “En una sociedad donde la felicidad aparece como obligación y donde las condiciones materiales se distribuyen inequitativamente, los discursos que responsabilizan de la enfermedad a quienes la padecen solo contribuyen a agravar cualquier cuadro depresivo”, señala el director de Psicología Advance USS.