El Doctor (c) Cristian Soto Gallardo, director de la carrera de Educación Diferencial Advance, sede De La Patagonia en Puerto Montt, fue el expositor invitado del webinar «Desafíos de la inclusión educativa en Chile: una mirada desde los ODS de la agenda 2030 de la ONU» organizado por el Magíster en Inclusión e Interculturalidad educativa.
Los objetivos de desarrollo sostenible son entendidas como metas que se persiguen a nivel global para equilibrar el desarrollo económico con el bienestar social de las personas. La ONU hace foco en el número 4 que es la calidad de la educación y dentro de ella se hace hincapié especial al tema de la inclusión escolar.
“Se define la inclusión desde una perspectiva polisémica e histórica, ya que este concepto ha ido cambiando durante el transcurso del tiempo dependiendo de las características del tipo de sociedad, pero la mayoría de los referentes entiende la inclusión como una lucha constante contra la exclusión que implica la intención permanente de reducir las barreras que impiden el acceso, la participación y el aprendizaje de todos y todas en el contexto escolar”. Mientras hay mayor inclusión claramente hay menos exclusión y viceversa”, explica el académico.
Lo anterior plantea que la inclusión es un ideal a alcanzar, no es un estado, sino más bien una búsqueda constante que lleva a nuevos desafíos, como un fenómeno en constante evolución que invita a las escuelas a poder modificarse y cambiar para este fin.
Junto con esto, se dio tiempo para analizar y exponer que existen países como Canadá, Nueva Zelanda, Portugal y España, entre otros, que son referentes importantes para la toma de decisiones en materia de inclusión educativa y en donde se usan estrategias como el apoyo individualizado, enseñanza diversificada, ajustes curriculares y se pone especial énfasis en la formación docente.
“Existen otras que son de carácter general, por ejemplo, se sabe que una escuela exitosa en este ámbito tiene prácticas de colaboración interna entre docentes, se articula también con redes que están fuera del colegio lo que asegura de alguna forma mayor éxito en las actividades y otra que es realmente importante es la flexibilidad curricular, es decir como las escuelas van ajustando sus planes de estudios y formas de evaluar, en función de las características de cada estudiante”, señala.
Menciona además que hay otras estrategias que son muy relevantes como los grupos de apoyo, que es algo similar a lo que hace Chile al trabajar, por ejemplo, con programas de integración escolar para estos fines.
Según ha podido analizar y estudiar, Cristian Soto comenta que las principales barreras que se han presentado tienen como base una estructura social desigual, en donde existe segregación a todo nivel, lo cual permea igualmente a los colegios. Cada centro educacional esta de alguna forma asociado a un perfil socioeconómico determinado y eso es algo que no ayuda a la inclusión, ya que produce concentración.
Otro punto tiene que ver con los recursos, los cuales no se gestionan de forma adecuada o son insuficientes. A esto se agrega además los problemas en la formación docente tanto inicial como continua, lo cual repercute en las prácticas de aula. A lo anterior se suman también los problemas de infraestructura, el acceso a los establecimientos, y la tecnología, que muchas veces no es la adecuada para atender a todos los estudiantes.
“A mi juicio un tema relevante pasa por que las familias logren involucrarse en forma adecuada, ya que hoy la escuela no ha logrado invitarlas a que participen directamente, existiendo además barreras culturales y prejuicios que impiden que haya una real inclusión”, cuenta Soto.
En esta perspectiva, surgen importantes desafíos a partir de la literatura revisada, los cuales se complementan con los resultados del estudio doctoral en curso que realiza el académico en donde se le da vital relevancia a la voz de los docentes, profesionales de la educación y autoridades educativas de la zona (Región de Los Lagos), en donde si bien se valora la existencia de programas de integración, también se observa esto desde una mirada crítica, que hace alusión a la existencia de un sesgo inclusivo, que favorece el etiquetaje que muchas veces no ayuda a una real inclusión.
“Esto nos lleva a salir de los límites que tiene la educación especial e ir un poco más allá, entendiendo que la inclusión escolar no es equivalente a solo las NEE, sino que es pensar en toda la diversidad existente”, explica.
Sugiere, por ejemplo, que el financiamiento asignado para estos fines debiese ser más estable y permitir que los colegios proyecten sus inversiones, favoreciendo de esta manera la contratación de recursos humanos y la planificación de los apoyos.
“El financiamiento depende de la subvención por cada estudiante. Estos montos varían según la cantidad de alumnos que tenga la escuela cada año en una plataforma en donde se suben estos casos y esto genera un problema a nivel de gestión. Por otro lado, estos procesos están muy burocratizados, hay una mirada de rendición de cuentas que no ayuda, porque se traduce en que haya más preocupación por demostrar lo que se hizo, más que realmente hacer las cosas y hacerlas bien”, menciona.
Por último, habla de la evaluación que, si bien está muy bien pesada desde una mirada multidimensional para recoger información de distintos ámbitos con los estudiantes, no ha funcionado porque opera como un mecanismo para obtener una subvención y no como un proceso pedagógico orientado a la respuesta educativa.
“Está muy centrado en el uso de pruebas estandarizadas las que muchas veces no son sensibles a las características de cada estudiante y esto no ayuda a la generación de una cultura más inclusiva”, sentencia.