Adaptarse a los cambios globales, innovar de la mano de los avances tecnológicos y construir un ecosistema de gestión del cambio es lo que requieren las empresas, explica el académico de Ingeniería en Prevención de Riesgos Advance de la Universidad San Sebastián, Christian Valenzuela, en el Día del Prevencionista.
Accidentes laborales y enfermedades profesionales son fallas en los procesos que pueden terminar afectando no solo la producción, sino que también la reputación de una empresa. Por este motivo, las organizaciones cuentan con prevencionistas de riesgos, encargados de la seguridad y salud ocupacional en las compañías.
En Chile, en el marco de la ley 16.744, el 7 de marzo de 1969 se aprobó el DS40, “Reglamento sobre prevención de riesgos profesionales”, que da vida a los departamentos de prevención de riesgos, dependencia a cargo de gestionar acciones permanentes para evitar accidentes y enfermedades laborales.
“La carrera de experto en prevención de riesgos nace para promover la gestión preventiva, la seguridad y salud ocupacional de las personas en empresas y organizaciones. En este sentido, la prevención de riesgos se concibe como una herramienta de gestión, que viene siendo el resultado de un buen proceso”, explica Christian Valenzuela, académico del programa Advance de Ingeniería en Prevención de Riesgos, en la Universidad San Sebastián.
Modernización
La Ley chilena ha servido de modelo para otros países de la región, al estar más avanzada en disposiciones reglamentarias que son requisitos para trabajar, por ejemplo, con países europeos. Sin embargo, ha habido cambios enfocados en la industria globalizada.
“La gestión preventiva va de la mano con lo que hoy en día le otorga la cadena de valor a los productos o servicios que ofrece la empresa. Porque toda organización quiere llegar a un cliente, a un mercado en donde ese proceso no puede tener fallas”, indica Valenzuela.
Entre las modernizaciones, se han incluido protocolos de salud que van desde la protección contra el ruido a la prevención de enfermedades psicosociales, sujeto a cambios permanentes en el mercado global.
“Con el Covid, por ejemplo, nos tuvimos que alinear a industrias que ya tenían protocolos rigurosos de cuidado, como los laboratorios. Tuvimos que incorporar distancia, lavado de manos, uso de protectores. Aquí surgen los controles aleatorios, que muchas veces se hacen dentro de organizaciones que tienen que ver con inocuidad alimentaria”, señala el experto.
Innovación
La industria no solo se debe mantener al día y establecer los protocolos que exige la legislación, sino que también debe ir implementando y desarrollando innovaciones, incorporando herramientas de gestión que permitan mayor eficiencia, de la mano de las nuevas tecnologías. “Hoy en día se pueden generar Apps, incorporar metodologías como Linksys, SIMA, y eso se puede seguir aprovechando y transformando”, asegura el académico USS.
Como ejemplo de innovación, el docente cuenta que hoy en día, las señalizaciones de tránsito ya no se pintan al interior de una empresa. “Existen sistemas de señalización virtual que tienen que ver, por ejemplo, con iluminación: la línea peatonal desaparece una vez que se cierra el portón de acceso del camión que despacha productos, y luego vuelve a aparecer”.
Gestión del cambio
Otro factor clave y desafío para el futuro del prevencionista es la gestión del cambio; es decir, cómo las empresas se adaptan al cambio organizacional.
“Antes cuidábamos mucho que los trabajadores usaran el casco. Hoy en día les enseñamos por qué deben usarlo. Eso va muy de la mano con el comportamiento social y es tremendamente complejo, con una cultura que muchas veces nos cuesta obedecer normas, respetar una señal de tránsito o no manipular el celular mientras conducimos”, ejemplifica el ingeniero y académico en prevención de riesgos.
Para superar esto, lo más importante es focalizarse en las personas. “Los procesos no actúan solos; siempre detrás hay personas, y tenemos que sumarlas al cambio”, señala. Para ello, aconseja considerar la experiencia y tener a los trabajadores como aliados. “Un supervisor, un maestro puede llevar años trabajando; por lo tanto, es importante incorporarlo, pedirle consejos u opinión sobre los procesos que se piensa implementar”.
Valenzuela aclara que, el prevencionista no solamente tiene que regirse al área que le compete, sino que forma parte de equipos multidisciplinarios. Por eso se está dando que personas que vienen de diversas carreras técnicas o profesiones de otros rubros, como agrónomos, o ingenieros eléctricos, pueden especializarse en prevención de riesgos para integrar todo lo que aprendieron en su carrera inicial y seguir transformándola hacia un mundo más amplio.
“Esa diversidad de rubros nos ayuda a integrar y resolver circunstancias que pueden ser complejas, a priori. Por eso, hay que detenerse y hacer un buen análisis. Eso es hoy en día lo que la Universidad enseña: hacer análisis, descomponer, integrar y después gestionar el cambio. Y eso es súper importante, si queremos tener desafíos para que nuestro país se desarrolle, integrando a los demás profesionales”, concluye el académico de la USS.